domingo, 17 de septiembre de 2017

Ayacucho, la independencia e inspiración de todo un continente I

Ayacucho, Perú


Huamanga/Quinua


(02/04/2017) Estaba sumamente emocionado y a la expectativa de lo que sería volar en un avión por primera vez en toda mi vida, teníamos los boletos de avión desde diciembre del 2016 y la fecha programada para dicho vuelo hacia la ciudad de Ayacucho era el 26 de Marzo del 2017. Sin embargo había un asunto que preocupaba bastante, y es que, durante todo el verano peruano (diciembre, enero, febrero y marzo), había ocurrido como todos los años, el fenómeno del niño, con la particularidad de que este fenómeno del niño se manifestaba como el peor y mas fuerte en el país en los últimos 35 años y todo el departamento de Ayacucho se había visto afectado por este desastre natural, por ende, se corría riesgo de andar por las rutas ayacuchanas por aquel entonces, debido a las fuertes lluvias y los huaycos además veíamos y leíamos las noticias y los encabezados de diversos medios y lo que principalmente decían eran cosas como: -Caída de huaycos bloquean la vía Libertadores (autopista entre Lima y Ayacucho)-; -Carreteras de Ayacucho afectadas por los huaycos en la sierra-; -Radio a pilas atrae a rayo que mata a niña de 13 años en Ayacucho-; etc; y esto evidentemente, nos dejaba en shock, pues sabíamos que no íbamos a ir solo a caminar por la plaza de Ayacucho y listo, sino que íbamos para adentrarnos a las provincias (Vilcashuamán, Cangallo, Lucanas etc) y caminar entre los andes de cada pueblo que visitaríamos.

Había que hacer algo, tratamos de postergar el vuelo la mayor cantidad de tiempo posible, pero solo se nos permitió postergarlo una semana, así que durante ese período, una semana antes del viaje, comenzamos a hacer los preparativos, pues SI o SI viajábamos.

Comenzamos a buscar información turística de cada provincia de Ayacucho, así como las complicaciones que presentaba visitar dichas zonas por aquellas fechas, revisamos blogs de otros viajeros que habían visitado Ayacucho para poder guiarnos en cierto sentido, contactamos personas que tenían familiares en Ayacucho para que nos comenten como iba la situación en su pueblo y como se podía llegar ahí, el resultado fue el dibujo (en un papelote) del departamento de Ayacucho, con todas sus provincias, pueblos y puntos turísticos que pudimos encontrar; si, el viaje estuvo muy preparado y no era para menos, teníamos 5 días para conocer todo lo que se podía y el fenómeno del niño acosándonos por todas partes.

Con todo el asunto descrito de por medio, decidimos que esta vez sería diferente, que iríamos por nuestra cuenta, es decir, no contrataríamos los servicios de las empresas de turismo disponibles en los portales web, y no nos arrepentimos de aquella decisión pues, los tiempos, los destinos y la disponibilidad eran nuestras. De ese modo, nos propusimos visitar Ayacucho, Quinua, Vilcashuamán, Vischongo y Cangallo, alternando las horas, los tiempos y revisando minuciosamente las rutas para evitar o afrontar cualquier contratiempo o suceso inesperado. Nos hubiera gustado visitar mas rutas al sur (Andamarca, Lucanas, Puquio, Pauza, etc), pues todos los pueblos que visitamos se encuentran al norte de Ayacucho, pero calculando los tiempos, terminaríamos pasando mas tiempo sentados en los buses que visitando los pueblos, así que lo dejamos como un nuevo viaje por realizar y esta vez, debido a los tiempos, necesariamente debe ser por tierra.

Espectacular cielo ayacuchano

Las rutas, los paisajes, la gente, la cultura y todo lo aprendido y conocido en este viaje es algo que jamás olvidaré.

¡Orgulloso me sentiría de ser huamanguino!


El embarque al avión decía 5.20 am, pero debíamos estar en el aeropuerto dos horas antes, así que llegamos a las 3.30 am, entramos, hicimos el check in, comimos algo en el patio de comidas y paseamos por los pasillos del Aeropuerto Internacional Jorge Chavez, el principal y mas grande aeropuerto del Perú. La hora pasaba y no teníamos mas en qué distraernos, habíamos dormido poco y teníamos mucho sueño, así que decidimos entrar a la sala de embarque de una vez, para poder descansar un poco; al rato comenzaron a llamar a la gente que abordaría el vuelo a la ciudad de Ayacucho y subimos al bus que nos llevaría al avión.

Ya en el avión esperamos aproximadamente 30 minutos hasta que finalmente despegó. Sobre este asunto, debo hacer un apartado, ya que es algo completamente diferente a cualquier otra experiencia que haya vivido; al principio el avión se movía lentamente -para ubicarse en la pista de despegue, pensé- giraba y avanzaba pacientemente, yo estaba sentado al costado de la pequeña ventana lateral izquierda, así que podía ver en el exterior, mas aviones estacionados bajo el manto oscuro de las 5.55 am, los edificios del Callao a lo lejos y varios cientos de metros de pistas alrededor. Derrepente, el avión llegó a un punto en el que ya no giraba buscando una ubicación específica, sino que avanzaba, aún lentamente, en línea recta, me incliné hacia adelante para poder seguir observando el panorama desde mi ventana y derrepente el avión comenzó a acelerar raudamente, tal sensación causada por la velocidad del avión solo se asemejaría a la sensación de la velocidad de una montaña rusa en caída, pero recorriendo una línea recta, sin curvas; la aceleración del avión hizo que mi cuerpo se inclinara hacia atrás, nuevamente volteé la mirada hacia la ventana y vi cómo el avión fue elevándose del suelo y el rango de visión se hacía mas y mas amplio; al principio solo abarcaba el callao, luego Ventanilla, luego San Martin de Porres, Los Olivos, Independencia, Comas, Carabayllo, etc y las lucecitas amarillas del alumbrado público limeño se multiplicaban mas y mas en la superficie, una vez mas, caí en el reconocimiento de lo pequeños que somos ante la inmensidad de nuestro mundo, así  hasta llegar a la bruma de nubes bajas que cubren Lima Metropolitana. No hubo tiempo para tomar fotos del momento, la sensación era indescriptible, no tuve miedo, ni mareos, ni tapado de oídos; en solo unos segundos habíamos llegado encima de las nubes; el avión estabilizó su vuelo.

Durante el vuelo, pudimos ver los primeros rayos solares cayendo directamente sobre los andes mas occidentales y el colchón de nubes que cubría aproximadamente la mitad de los mismos, kilómetros mas al sureste los Apus se hacían mas grandes y las nubes bajas ya no llegaban a cubrirlos, se veían verdísimos, pues recordemos que las lluvias continuaban hasta ese entonces y los Apus recientemente se habían visto bañados por la torrentosa para andina. Derrepente, entre la accidentada superficie algo llamó mi atención: kilómetros mas abajo pude ver nevados y como estos, producto del deshielo de sus cumbres, daban origen a algunas lagunas. No supe en qué provincia de qué departamento estuve, pero la vista era espléndida, minutos mas tarde, la geografía de la zona cambió un poco y ante la ventana aparecían enormes montañas rocosas de color verde con amplios y profundos valles entre ellas, al fondo, ríos amplios que daban la impresión de estar en la selva alta peruana; pero sabía que esto se debía a la presencia de las fuertes lluvias en todo el país, cada vez se hacían visibles mas casas y Ayacucho se encontraba cada vez mas cerca.

Los nevados y su hija, una laguna al medio

Aparición progresiva de casitas al fondo del valle

Aproximadamente a las 6.40 llegamos al aeropuerto Alfredo Mendivil Duarte, el único aeropuerto del departamento de Ayacucho; el aterrizaje fue bastante tranquilo y aunque traté de ser muy minucioso con la sensación del aterrizaje, esto se vió opacado por la intranquilidad de querer bajar y comenzar a recorrer este espectacular destino. El avión se ubicó cerca a la puerta de salida del aeropuerto y pudimos salir del vehículo, una vez fuera, esperamos el equipaje y salimos del aeropuerto en dirección a conseguir un taxi para poder llegar a la Plaza de Armas de Ayacucho y buscar un lugar cercano donde alojarnos, era lo primordial en nuestro plan.

Los taxis que se encuentran en la zona de estacionamiento del aeropuerto querían cobrarnos desde S/12 hasta S/18 para llegar al centro de Ayacucho, sin embargo yo estaba convencido de que ese precio era demasiado alto, así que decidimos salir fuera del aeropuerto y probar suerte ahí. El taxi que conseguimos nos cobró S/5 por llevarnos a la Plaza de Armas, una diferencia abismal, pero no me sorprendió, en Lima sucede lo mismo, los precios de los taxis dentro del aeropuerto son bastante altos en comparación con los taxis que puedes tomar desde afuera, sin embargo, conviene mil veces tomar un taxi adentro del aeropuerto en Lima, porque existe una gran posibilidad de que afuera te roben; sin embargo confíe, tal vez tontamente, que algo así no pasaría en Ayacucho, y efectivamente, no pasó.

En el recorrido dentro del taxi estaba maravillado con las callecitas, las casas y nuevamente, ese aire helado que se siente en los pueblos andinos; veníamos conversando con el conductor sobre algunos puntos de Ayacucho, nombres de las calles y lugares cercanos de interés para el turista. Finalmente llegamos a la plaza a las 7.00 am aproximadamente (2746 msnm), no había mucha gente en las calles y aprovechamos para tomar algunas fotos de la zona. Al rato y retomando el plan, comenzamos a caminar por las calles aledañas a la plaza en busca de algún hospedaje cercano y barato, durante este recorrido pudimos apreciar algunas de las 33 iglesias que tiene Ayacucho, que ostenta ser el distrito con mas iglesias en todo el país, lo que denota el altísimo fervor católico de su población y que estaba a flor de piel por estar a pocos días de celebrarse la semana santa. Tras 30 minutos de una caminata cultural y luego de preguntar a un policía, llegamos al Hostal El Balcón, entramos y preguntamos por los precios: Para persona sola: S/40.00; matrimonial S/50.00; dobles y triples S/60.00 y S/70.00, respectivamente; decidimos quedarnos ahí, era un buen lugar, cercano al centro, a puntos de interés y a tiendas; lo siguiente fue desempacar y comenzar a planificar nuestro primer día en Huamanga.

Plaza Central de Ayacucho, a la derecha una estatua del mariscal Jose de Sucre, líder en la batalla de Ayacucho, a la izquierda, la catedral de Ayacucho.
Durante la revisión de información sobre Ayacucho en Lima, ya habíamos decidido el itinerario y las fechas, sin embargo al llegar a Ayacucho uno se da cuenta de que puede hacer mas de lo planificado, por eso planeamos salir a visitar Quinua ese día y al día siguiente, muy temprano, en la madrugada, salir en dirección a Vischongo, en la provincia de Vilcashuamán. Saliendo del hostal, preguntamos a la encargada hacia donde podíamos ir si queríamos tomar una combi que nos llevase hacia Quinua, ella nos indicó que debíamos tomar un taxi por S/5.00 hacia el "paradero de combis que van a Quinua", así que eso hicimos.

Al llegar al paradero estábamos perdidasos, mucha gente, comercio por todas partes y muchos transportistas gritando los destinos a los que se dirigían; preguntamos a varias personas y caminamos por varias calles hasta que encontramos dentro de un estacionamiento una combi que iba a Quinua ¿pasaje? S/6.00; subimos sin dudarlo y esperamos 10 minutos hasta que la combi se llenara y arrancara hacia Quinua, el trayecto fue de 1 hora, por una carretera de 37 kilómetros en muy buen estado, sin embargo el sueño y la mala noche del día anterior hacían sentir su presencia en nuestros organismos, yo no quería dormirme y perderme tan ostentosos paisajes, así que con toda la disposición del mundo me mantuve despierto todo el camino.

Durante la ruta fui hablando con un señor, me contaba sobre algunos vestigios arqueológicos de la zona, pertenecientes a los Wari; una cultura preínca que habitó toda la zona sur y la costa norte peruanas y el camino ilustraba perfectamente el relato del señor, puesto que en varios puntos de la carretera habían carteles señalizando las zonas arqueológicas aledañas a la carretera. Llegó un punto en el que la carretera continuaba hacia arriba, hacia los andes y el señor continuaba comentándome sobre los Wari y sus vestigios, ahora contaba sobre el centro arqueológico mas grande de la zona: El Complejo Arqueológico Wari, al lado de la carretera, al igual que los anteriores, solo que este se encuentra en mucho mejor estado y hay un cobro por el ingreso; desde la combi pude ver la fachada de ingreso y no lo pensé dos veces, dicho complejo se encontraba ahora en parte del recorrido que haríamos ese día, al regresar de Quinua.

Extensión del Estado Wari

Finalmente llegamos a Quinua (3275 msnm), al bajar, un señor nos ofreció llevarnos en su mototaxi a ver el Obelisco de la Batalla de Ayacucho; le agradecimos la oferta pero habíamos decidido realizar el recorrido caminando. El cielo estaba precioso, podías sentirte caminar entre las nubes acompañado de una ligera llovizna y un frío poco común para nosotros; las calles empedradas, húmedas y con ligeros brotes de vegetación, pues las lluvias en la sierra continuaban (y mas adelante seríamos víctimas de la inclemencia pluvial de la naturaleza); teníamos mucha hambre así que fuimos a comer Caldo de Gallina al mercado de Quinua (S/6.00). Luego de esto, continuamos el camino entre las callecitas históricas de Quinua; y digo históricas porque pues fue aquí donde se firmó la Capitulación de Ayacucho (9 diciembre de 1824); documento que reconocía la independencia y autonomía del Perú respecto a España; el espacio en el que se realizó la firma se encuentra en el Museo de Sitio, al que no pudimos ingresar porque aquel día se estaba dando una actividad en la plaza de Quinua y todos los edificios aledaños a la plaza (entre ellos, el Museo de Sitio) no ofrecían servicio a nadie :(.

Salimos del pueblo y llegamos a la avenida principal que corre al lado de Quinua, para continuar el recorrido hasta llegar a la Pampa de Ayacucho, mítico lugar, el que que se peleó la batalla de Ayacucho por la independencia del Perú y acaso también la de sudamérica... En aquel entonces era el año 1824, muchos países de latinoamérica ya habían conseguido emanciparse de la opresión española que desde 3 siglos atrás venía exprimiendo los beneficios que había obtenido de someter a sus colonias. Perú era uno de los últimos bastiones de la corona española en el continente y las corrientes emancipadoras sabían que era necesario emancipar al Perú para continuar con el avance libertador. Las tropas realistas (España, al mando del Virrey la Serna) y libertadoras (Sudamérica, al mando el Mariscal José de Sucre) se encontraron en la Pampa de la Quinua y tras tres horas de lucha encarnizada, el ejército realista fue derrotado y el Virrey la Serna fue capturado y llevado a firmar la capitulación de Ayacucho, con eso se cerraría un episodio en la historia del Perú.

Tomamos un desvío hacia la derecha, era la entrada a la Pampa de Ayacucho, era trocha, la tierra estaba húmeda y se metía entre algunos árboles de eucalipto. Poco antes de llegar al punto de entrada, un niño que deambulaba por la zona se nos acercó y nos dijo que podía darnos un pequeño recorrido turístico por todo el Santuario, estaba implícito que teníamos que darle algo de dinero por esa actividad y nosotros aceptamos. Todo el camino hasta la llegada a la Pampa nos comentó sobre la batalla y sus antecedentes, la historia fue muy interesante y al final, no nos pidió una cantidad determinada sino, mas bien una colaboración a voluntad propia.

El paisaje era precioso, nuevamente se sentía estar en el cielo, mas abajo, los Apus, silenciosos guardianes del Santuario, cobijaban los 3 km² de su extensión, sobre un impecable manto verde alimentado todos los días de aquella época del año por las torrentosas lluvias del ande peruano. Habiéndonos ya enterado del valor histórico de la zona y la representación simbólica que encarna el Obelisco de mas de 44 metros, nos dedicamos a contemplar la hermosa vista a la ciudad de Ayacucho que se tiene desde lo alto del Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho.

Impecable vista del obelisco desde la entrada al Santuario.

Cielo de Huamanga desde el Santuario.

A medida que pasaban los minutos, mas turistas iban llegando y con ellos, personas que ofrecían diversos servicios, como paseo a caballos y comerciantes. El paseo a caballo llamó nuestra atención y nos acercamos a preguntar en qué consistía y cuanto costaba. Los dueños de los caballos nos dijeron que costaba S/10.00 y consistía en un paseo de ida y vuelta hasta la entrada a la catarata Paccha Chirapaq, que se encuentra en las faldas del Apu Condorcunca (un cerro ubicado en la zona este de la Pampa de Ayacucho), rentamos los caballos y partimos hacia el destino. Llegados a la catarata, le dijimos a los dueños de los caballos que nos dejaran ahí y que se regresaran porque queríamos hacer el trayecto de regreso caminando y que además queríamos entrar a la catarata, pero de igual forma tuvimos que pagar los S/10.00 -.-. El costo de ingreso a la catarata es de S/2.00 y es una visita rápida, no hay que caminar mucho para llegar hasta el punto. Terminamos de visitarla y regresamos al Obelisco, una última vista desde el mirador y nos enrumbamos hacia el pueblo de Quinua para regresar hasta el Complejo Arqueológico Wari.

Al llegar a Quinua (11.30 am aprox), había una combi esperando pasajeros para regresar a Ayacucho, así que subimos al vehiculo, ya que el Complejo se encuentra en esa dirección, nos cobró S/2.50 hasta dicho punto, que no está muy lejos desde Quinua. Al bajar, noté que solo había unos puestitos de venta de tunas al frente de la fachada del Complejo y parajes andinos bastante accidentados por todos lados verdes, cubiertos por nubes cumulosas que se posaban por sobre toda la zona, no había nada mas, ninguna otra construcción mas que ese pequeño mercadillo y la fachada del complejo, único.

El Complejo Arqueológico Wari es una construcción ubicada a casi 3000 msnm, posee 2000 hectáreas de extensión y es una de las construcciones prehispánicas mas grandes de todo el Perú, fue una ciudad capital del estado Wari y cuenta con calles, plazas, casas, murallas y edificaciones imponentes; todas de piedra y barro. El ingreso al complejo cuesta S/2.00, pero ver in situ esas construcciones, rodeadas de tanta vegetación no tiene precio. Para mala suerte nuestra, era domingo y ese día no había servicio de guiado y tampoco había gente dentro del complejo, comenzamos a recorrer las edificaciones con un celular con internet a la mano, para buscar toda la información referente a todo lo que veíamos, de no ser por ese detalle probablemente solo hubiera sido como caminar entre las ruinas de una ciudad desconocida. Así encontramos diversas construcciones, entre las que destacan: la piedra Wari, probablemente de fines ceremoniales; el Monqachayoq que fue un conjunto de galerías funerarias; Cheqo Wasi, de igual manera, también fue probablemente usado con fines funerarios; Capilla Pata, zona de las murallas de hasta 7m de altura; Robles Moqo, zona de artesanos; Campanayoq, recintos circulares; entre otros; toda la zona estaba sumamente nutrida con plantas de tuna de todos los colores y tamaños. El recorrido duró aproximadamente 2 horas (hasta las 2 pm aprox) y pudo haber sido mas, pero el cansancio nos abatía: La mala noche y 7 horas enteras de caminata a mas de 3000 msnm ya pasaban la factura y aún faltaba regresar a Ayacucho, almorzar y recorrer algunos puntos de la ciudad.

Según algunos arqueólogos, el Complejo Arqueológico Wari apenas está descubierto a un 5%, y para poder continuar con las excavaciones y con la puesta al valor es necesario que se haga una mayor inversión por parte de las instituciones competentes; así como promover el turismo responsable en la zona y generar en el visitante una cultura de conservación del patrimonio nacional, pues si bien es cierto pudimos encontrar un par de Guardias contratados para cuidar el complejo, hay muchas zonas que están desprotegidas y son bastante vulnerables a sufrir daños por parte de los turistas irresponsables que suelen maltratar los monumentos. A lo lejos observamos que aún había un punto por recorrer: Una cueva, no recuerdo bien el nombre, le preguntamos a un guardia y nos dijo que era una cueva en la que se han encontrado pinturas rupestres y aunque estaba probablemente a unos 500m, ya no podíamos mas, así que lo anotamos como uno de los puntos por los cuales deberíamos volver a la zona; agradecimos a todas las personas que trabajaban en la zona y salimos del complejo con un poco de pena porque quería ver esa cueva, pero ya no daba mas. Salimos y esperamos una combi; no demoró mucho en llegar una, subimos para regresar a Ayacucho (S/6.00).

Nubes sobre el Complejo Arqueológico Wari

Templo principal del complejo

Capilla Pata, de 7 metros. Destaca la abundante presencia de cáctus

Robles Moqo, el barrio de artesanos

Monqachayoq, Aún continúan realizándose excavaciones.

Llegamos a Ayacucho a las 3.00 pm y estábamos bastante cansados a pesar de que habíamos dormido buena parte del trayecto; la combi nos dejó cerca de la zona en la que horas antes habíamos tomado el transporte hacia Quinua. Al bajar, tomamos un taxi y no sabíamos bien a donde ir a almorzar, así que le preguntamos al taxista a donde podíamos ir; y el nos dijo que podíamos ir a comer al mirador, aceptamos y nos llevó.

Inicialmente pensábamos que "El Mirador" era un restaurante o algo por el estilo, pero no; el mirador era eso, un mirador. El mirador de la ciudad de Ayacucho, con áreas recreativas, parques, lugares para el comercio, niños jugando y familias disfrutando de un fin de semana acompañados de la hermosa vista a la ciudad de Ayacucho. Vimos que al lado había unos puestitos de comida y almorzamos ahí por S/7.00. Terminamos y fuimos a sentarnos en algún lugarcillo del mirador, a contemplar las nubes y los andes en el horizonte de media tarde de la ciudad de Ayacucho, que hace 30 años, en sus tiempos mas difíciles, albergó el germen de uno de los períodos mas brutales de nuestro país: la época del terrorismo, un tiempo en el que especialmente Ayacucho y todas las comunidades de la serranía peruana padecieron los golpes del grupo terrorista Sendero Luminoso y del Estado Peruano; estas se encontraban entre la espada y la pared, ambas facciones luchaban entre sí en medio de los pueblos, acusando a los campesinos de ser también terroristas, matándolos de formas inimaginables; acusándolos de ser soplones, y liquidando poblaciones enteras para demostrar una fachada de "supremacía" de "perseverancia" y de "coraje". Dicha agrupación surgió entre las aulas de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, allá, a mediados de los 70's en Ayacucho; a cargo de un profesor de filosofía llamado Abimael Guzman, quien sería su líder; paulatinamente se fue extendiendo hacia todo el Perú hasta llegar a Lima, en donde finalmente se dieron los últimos atentados contra la población civil. En el año 1992, Abimael Guzman fue capturado y Sendero Luminoso fue perdiendo fuerza en todo el país. En la actualidad, la agrupación senderista aún persiste de forma ínfima entre los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, en la zona norte del departamento de Ayacucho y algunos de los políticos y militares genocidas se encuentran en prisión, algunos otros, prófugos del Perú. Las comunidades afectadas por este período han quedado con cicatrices eternas de lo que la devastación les dejó, en algunos casos, la herida no podrá cerrar jamás... La época del terrorismo en el Perú, es un episodio que no se puede ni se debe olvidar.

Mirador de la ciudad de Ayacucho.

A las 5.00 pm tomamos un taxi de regreso a la plaza, para recorrer algunas de sus calles y averiguar precios sobre paquetes turísticos de un solo día (no era el plan, pero conociendo los precios sabíamos mas o menos cuanto gastaríamos durante las visitas a los demás distritos), realizado esto y con la noche sobre nuestras cabezas, fuimos a comer algo en alguno de los restaurantes del transitado Jirón Asamblea para luego regresar al hospedaje y AL FIN descansar, al menos hasta las 3.30 am, que sería la hora a la que partiríamos hacia la estación de combis que se dirigen a Vilcashuamán (Jr. Cusco).

A las 3.30 am del Lunes 03 de Abril, la alarma sonó y rápidamente nos alistamos para salir a la estación, habíamos leído que las combis salían desde las 4.00 am, vi el tiempo en mi celular y decía 7º en Ayacucho y 6º en el distrito de Vischongo, nuestra siguiente parada, así que salimos fuera del hospedaje sumamente abrigados, listos para las gélidas mañanas de la serranía Ayacuchana, en Huamanga o en Vilcashuamán (provincia en la que se encuentra Vischongo).

Tomamos un taxi hasta la estación (S/ 5.00), al bajar, todos los transportistas se nos acercaron, nos rodearon y comenzaron a ofrecernos a viva voz todos los destinos a los que se dirigían, en su mayoría mencionaban "Vilcashuamán" y tuvimos que pensar rápidamente antes de que nos "pulseen" y nos suban mas el precio por el transporte. Había leído que el pasaje costaba entre 13 a 15 soles, así que levanté la voz y dije "13 soles a Vischongo" y uno de los choferes aceptó, el resto se fue; después me di cuenta de que al resto de choferes aún les faltaba llenar sus combis y que solo el que aceptó tenía 3 asientos libres, menos mal, no sé cuanto más habríamos esperado hasta que se llenase otra combi para poder partir hacia Vischongo... Continúa aquí.

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